sábado, 29 de enero de 2011

Iglesia Parroquial de Santa María II


Parte del anterior Post sobre la Iglesia de Santa María, era una transcripción de la descripción de dicho monumento que emitieron Las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia.
Ahora paso a transcribir, lo que Don Alberto, pensaba y veía en la Iglesia y sus conclusiones.

Este edifico, antiguo entre los de su género (final del XII), sólo conserva de su primitiva hechura parte de la sacristía, la torre y uno de los tres ábsides, de su cabecera, si bien completamente transformado por haber perdido sus detalles más característicos. Reformada en los siglos XVI, XVII y XVIII, debió perder en aquellos tiempos su traza general por las muchas adiciones de capillas del peor gusto arquitectónico y al destruir su hermosísimo ábside central quedó definitivamente convertida en mediana obra gótica, lo que era magnifica románico-mudéjar.
Fotografías del libro de D. Alberto ( 1920)

(Vamos que por aquel entonces, ya se hacían chapuzas arquitectónicas).

Moderadamente, al levantar su suelo unos dos metros para evitar la humedad que tenía, quedaron las basas y parte de sus columnas enterradas, desfigurando el conjunto de sus tres naves, que al perder elevación, perdieron esbeltez y armonía. Poco o nada conservan éstas de su primitiva decoración, la cual debió de ser delicadísima a juzgar por los escasos vestigios que de ella quedan. Las fotografías del interior dan idea exacta de su arquitectura, pudiendo apreciarse sus varios arcos túmido-apuntados, bóveda de crucería, ventanillos lobulares que proporcionaban luz del exterior, sus cúpulas y nervios espinosos de refuerzo de que toda ella está dotada.
     Sus diversas capillas no merecen especial mención; todas ellas son de arquitectura vulgar y corriente, así como los retablos que a algunas de ellas adornan,

´Única imagen que queda del Salvador del Mundo.  Gracias al libro del D.Alberto ( 1920)


    Sus imágenes tampoco merecen ser descritas, a excepción de la hermosísima talla del salvador. Procedente de la Iglesia románica, ya derruida, del Arrabal, esta notabilísima escultura estuvo arrinconada en un cuarto trastero, hasta que manos piadosas, conociendo su exacto valor, la colocaron en lugar adecuado. Mide una altura de un metro. Su actitud rígida, hierática, cual corresponde a las imágenes de la décima-segunda centuria, armoniza con si inexpresivo semblante. El plegado perfecto de sus vestiduras, su casual y admirable conservación avaloran este interesantísimo monumento medioeval, feliz ejemplar de aquellos tiempos.

(Desgraciadamente, vinieron otros tiempos, tiempos de ignorancia, de crueldad y de violencia, la imagen desapareció, junto a otras, en una gran hoguera, que aquellos atrasados, hicieron en nombre de la libertad, pero esa es otra historia).
iamgen Virtual de como debía ser la torre de la iglesia en su construcción original.

Las fotografías del exterior demuestran sus varios periodos de renovación y en su cabecera aún se pueden percibir claramente parte de los adornos del ábside lateral, cuyas arquerías ciegas conserva, pudiéndose entrever por los descostrones que en su revoco se han producido.
No queda, pues de su primitivo estilo mudéjar nada más que su delicadísima torre. Bellísima cual las mejores, en su reproducción se pude admirar su elegantísimo porte y la delicadeza de sus adornos y relieves. Del más puro mudejarismo, como lo demuestra el casi exclusivo empleo del ladrillo en toda su construcción, con él, ejecutaron los alarifes del siglo XII los habilísimos adornos de sus paramentos. Su forma es cuadrangular, de alminar mahometano, con cuerpo lateral macizo y escalera entre ambos.
Supuesta imagen del interior de la iglesia antes del revoco.
Su primitiva cubierta piramidal de teja desapareció hace tiempo, y sin duda, a sus iniciadores les pareció más propio substituirla por el actual chapitel, que ni no carece de proporciones en sus líneas, desentona lastimosamente con el resto, No poseo la fecha de la transformación de su remate, ni cuál fuese la persona que lo dirigiese, pero no sería aventurado achacarlo a los mismos que por aquella época ordenaron su revoco.
(Al parecer en todos los siglos cuecen habas).
La cara que mira al mediodía presenta una raja de bastante profundidad y altura, lo que a primera vista hace creer en grave deterioro de su base, pero un examen minucioso comprueba que su cuerpo interior está en perfecta conservación y, por tanto, no ser de temer un inminente y serio peligro. No obstante, su conservación debe de ser la preocupación de todos, pues monumento como éste honra la población que le tiene.
Cuartilla donde se fecha y Firma que el monumento pasa a ser Nacional.
 En la actualidad ( 1920) , y por iniciativa de muy pocos. Y del que estas líneas escribe, ha sido declarada con la iglesia Monumento Nacional. Nada más justo que así haya sido, pero una vez declarado, no se debe dejar todo a la iniciativa oficial, pues sabemos a lo que estos procedimientos conducen.

(Y eso que no vivió en estos tiempos).

Solo me resta, recomendar un libro de reciente edición “el canon del Alarife de Illescas, escrito por Wilfredo Mariñas Guerrero , vecino de esta villa, al que le gusta la historia tanto, como para investigar y dar a la luz tan dignísimo trabajo.

viernes, 21 de enero de 2011

Iglesia Parroquial de Santa María.


Hasta ahora , hemos descubierto que Illescas, la pretendida o real “Ilarcuris” romana, fue reconstruida al finalizar el siglo XI, que tras ser fortificada fue donada a la iglesia de Toledo, pasando después a poder de la iglesia de Segovia, y se retrotrae a la Corona, por trueque con otros pueblos, hecho por Alfonso, el Emperador, el cual otorgó carta-puebla. Sancho III la vuelve a donar en su testamento a la iglesia de Toledo, cuyo prelado, D. Juan, la cede a los Canónigos. Se puebla en el siglo XII con una colonia de gascones, que se suman a los castellanos y a los mudéjares, que ya la habitaban. Como villa fuerte ya figura cuando el alzamiento de las comunidades, y en diversas ocasiones como lugar de estancias regias, entre las que es muy mentada la de Carlos V y Francisco I de Francia, la Reina Doña Germana y otras damas, los días 18 y 19 de Febrero de 1526. Medio siglo después, Felipe II la incorpora de nuevo a la Corona, con el beneplácito de los canónigos toledanos.
    Hemos observado que la villa no está huérfana de anales históricos, aunque los datos se hayan perdidos o escondidos entre libros y legajos. Igual pasa con su  templo parroquial.
Construido probablemente en el último tercio del siglo XII o en el primero del siglo XIII, según el razonado parecer de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, tuvo que presenciar los sucesos en Illescas acaecidos, y seguramente según las costumbres de la edad media, en su pórtico se celebrarían las juntas concejiles en que se debatían la inacabables cuestiones a que daban origen aquel trasiego de dueños, y que en el siglo XVI, especialmente, llegaron hasta acarrear excomuniones colectivas, según expone el Conde de Cedillo en su notable e inédito “Inventario Monumental de la provincia de Toledo”. De otros sucesos donde jugase especial papel la iglesia, no hay noticias.
Hay una tradición constantemente sostenida, de que hallándose en el sagrado recinto de este templo el rey Alfonso VIII el Noble, el año 1195, sintió que le tocaba el dedo de Dios por la visión profética del desastre de Alarcos y de la muerte de sus hijos varones, en castigo de su desatentado amor por la judía  Raquel la Fermosa.
     Muy conocido es el episodio de la vida del vencedor de las Navas que difundieron, con la autoridad de sus nombres, su regio bisnieto Alfonso “el sabio” en su “ Estoria de Espahna” y Sancho “el bravo” en su “ Lobro de los Castigos”, ambos relatan aquellos “siete años que el rey vivió mala vida con una judía de Toledo” Por lo que “dióle Dios gran llaga e gran alojamiento en la batalla de Alarcos” según escribió el inquieto hijo de Alfonso X.
A pesar de los fundamentos destruidos del pretendido suceso por las pruebas aportadas por el padre Flores en sus “Reinas Católicas” por Núñez de Castro en su “Crónica de los señores Reyes de Castilla”, por el Marqués de Mondejar en sus “Memorias Históricas” y por el padre Fita en su “Elogio de la Reina Doña Leonor de Inglaterra” queda el episodio relegado a la pobre categoría de fantasía novelesca, o leyenda, a la que la historia niega su aprobación.
    Y consecuentemente, hay que despojar a la iglesia de Illescas de aquel falso papel histórico como escenario de regio arrepentimiento. No obstante, en una capilla ábside del lado del evangelio, llamada del Ángel, y pretendido lugar del suceso, hay un cuadro y una lápida, ambos del siglo XVII, que lo conmemora.
Más verídicas eran al parecer otras losas, gótico-mudéjares, que guardaban memoria sepulcral de personas cuyas familias según las “Relaciones Topográficas” mandadas hacer por Felipe II, poseyeron las familias de Olarte, Volante, Luxan, Jaraba, Diez del Castillo, Salto y algunos más. Y en una de aquellas lápidas existía una inscripción en árabe.
Lamentablemente el tiempo y los hombres hicieron desaparecer esas capillas y aventaron las cenizas de sus protectores, borrando así sus memorias.
Más no por ello, ha de considerarse el Monumento de Illescas como nulo, pues es en sí misma ,un dato histórico valiosísimo, por cuanto narra, con la elocuencia de sus formas, el estado social  y cultural de una época. Esta mezcla de románico, aquitano y mudéjar, confirma el testimonio rotundo, que los documentos escritos no nos pueden contar.
La convivencia en la villa de los descendientes de los castellanos que hicieron con Alfonso VI la reconquista de las colonias de francos, la grey de los moros sometidos, de abolengo en el poblado. Estos, dedicados a las artes de la construcción, recibieron y acataron las corrientes arquitectónicas que venían de la alta y vieja Castilla, no obstante el especial estilo que ellos cultivaban, dando por resultado la hermosa arquitectura de ladrillo románico-mudéjar-toledana de más alto valor arqueológico e histórico. Y esta ,nuestra torre, una de las más antiguas de los únicos ejemplares hasta ahora conocidos, siendo la más hermosa de todas las toledanas, que nos dicta un capitulo en la vida de aquellas gentes antepasados nuestros, es por tanto, la Iglesia de Santa María de Illescas un dato histórico elocuente por si misma a pesar de su mudez documental.

miércoles, 12 de enero de 2011

Breve del Papa Gregorio XIII

Aunque no existiera otra razón para guardar memoria de Gregorio XIII, la reforma del Calendario Juliano, utilizado desde que Julio César lo instauró en el año 46 a. C., para dar paso al vigente Calendario Gregoriano, al que va ligado su nombre, ha hecho de él un personaje de popular notoriedad.

Alcanzando a Illescas también, en algunas de sus decisiones. Sobre todo con la amistad que le ligaba a Felipe II.
La orden de cumplirse el Breve del Papa Gregorio XIII, la dio Felipe III en San Lorenzo del Escorial y comisionó a su escribano para que fuese e inspeccionase la jurisdicción de la villa y anejos y se reuniese con la representación de la dignidad Arzobispal de Toledo. Hecha la investigación de sus rentas en los cinco años precedentes, resulta le pertenecía a Illescas 36.474 ½ maravedises, cantidad que ordena se cobren en alcabales de la ciudad de Toledo, correspondiendo 18.232 maravedises a la alcabala de la carne y 18.232 ½ a la del vino.

Index Tridentino, publicado por orden de Gaspar de Quiroga, Cardenal Arzobispo de Toledo y cabeza de la inquisición

     Esta desmembración a la iglesia toledana, no debió ser muy del agrado del Arzobispo Quiroga, por cuanto a los hermanos Cristóbal y Francisco de la Higuera y a los demás vecinos que solicitaron la concesión de dicha Real cedula fueron excomulgados, (costumbre de la época como máximo castigo divino) por lo que el rey Felipe II intervino a su favor.
Carta manuscrita de Felipe II

En el año 1585, se consiguió, por mediación del Príncipe de Parma, Gobernador a la sazón de Flandes, el traslado del pretendido o real cuerpo de la patrona del Toledo, Santa Leocadia, desde el convento de los Benitos de San Gisleno , en Cambray, hasta Toledo. A su paso por Illescas, hizo alto y noche la comitiva y la reliquia de la Santa, fue depositada en la primitiva Iglesia del Hospital de la Caridad. Reanudada la marcha el día 25 de abril, en su tarde hizo entrada la comitiva en Toledo.


Felipe III, también frecuentaba, Illescas, aunque menos, pero a partir de esta época, se inicia su decadencia por el alejamiento, cada vez más acentuado de la Corte.

miércoles, 5 de enero de 2011

Leonor de Austria.





Doña Leonor de Austria, hermana del Emperador Carlos I y viuda del Rey Don Manuel de Portugal, residía en Illescas habitualmente en su palacio de la calle Real (lamentablemente desaparecido) el solar está situado enfrente de la plaza de las cadenas.
En dicho palacio estuvo prisionero el rey de Francia Francisco I, a su regreso de la batalla de Pavía (1525), y en él mismo se casó con dicha señora, a cuyo acto concurrió el propio Emperador, que bajó acompañándole desde Madrid y al cual acto se concedió solemnidad inusitada. Vuelto el rey a Francia, es entregado en fuenterrabía, como rehenes, el Delfín y su hermano a responder de la palabra dada por su padre, y allí vivieron durante mucho tiempo en compañía de doña Leonor.

Felipe II
Durante su reinado, también goza Illescas de prerrogativas reales, y este rey la visita y reside con frecuencia, como lo demuestran los muchos documentos que existen o existían, firmados en la Villa.
También debió merecer su predilección, pues al sacar Breve (tipo de documento circular firmado por el Papa y refrendado con la impresión del anillo del Pescador, que generalmente tiene una longitud menor y una importancia inferior a los demás documentos papales) del Papa Gregorio XIII, el 6 de mayo de 1575 para vender 40.000 ducados de rentas y vasallos eclesiásticos a cambio de iguales rentas en alcabalas, en tiempos del arzobispo Gaspar de Quiroga, entre lo desmembrado a la iglesia Toledana, figuraba Illescas, la cual no fue vendida como las demás y quedó en poder del rey. Como consecuencia de ello, manda extender Real cédula a favor de la villa de Illescas y sus lugares y jurisdicciones, y por ella ordena que en adelante nadie, ni por nada, sea retirado de dicha villa de la Corona Real. Esta cédula se conservaba en el Archivo municipal, con firma autógrafa del rey y su secretario Pedro de Escobedo y, además, con la confirmación de su hijo Felipe III.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Illescas Comunera


Felipe y Juana
En 1502 en los primeros días del mes de Mayo, la Princesa Doña Juana y su esposo el Archiduque Felipe, al trasladarse de Segovia a Toledo, para ser jurados como príncipes de Castilla, hacen estancia dos o tres días en Illescas.
Pero al ponerse en marcha la comitiva, hacen alto en Olías sin llegar a Toledo, por indisposición del Archiduque.   

Hasta la mayoría de edad el Emperador Carlos I, pasa  Illescas por las vicisitudes propias a su importancia, a más las alteraciones de aquella época, donde todavía figuraba como principal plaza fuerte cuando el alzamiento de las Comunidades.
 Illescas fue de las primeras en seguirlas, pero no así el Alcalde de su Alcázar, Don Juan de Arias, que  defendió con tesón a la corona, por lo cual, más adelante el Emperador le recompensó con el Condado de Puño enrostro.





A ellas perteneció Don Francisco de Guzmán, hijo de esta villa. Capitán de las Compañías de Padilla, con él peleó en la batalla de Villalar y, logrando huir, siguió guerreando en esta provincia a las órdenes de la viuda de Padilla y del Arzobispo Acuña.
Confiscados sus cuantiosos bienes, fue arrasada su casa y su solar sembrado de sal (costumbre de la época para que no creciese nada). En la casa que sobre éste se alzaba una lápida conmemorativa de tan noble personaje, la cual fue costeada íntegramente por suscripción popular.

Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo. (Antonio Gisbert
 La Viuda de Padilla llamada María  Pacheco,  nace en Granada en 1437 y muere en Oporto en 1531. Los años más importantes y difíciles de su vida los pasa en Toledo, junto a su esposo, Juan de Padilla, uno de los principales dirigentes de la Comunidad. Tras la derrota de los comuneros en Villalar, en abril de 1521, María asume el mando de los sublevados, hasta que capitula ante el emperador Carlos en febrero de 1522.Doña María se encontró con una prematura viudez pero también con la herencia inmaterial que le dejó Padilla. Ella es una de las pocas mujeres sin sangre real que han aparecido en los libros. María   fue una mujer culta, siempre apoyó la lucha de las comunidades castellanas e incitó a su esposo a participar en ella. Al recibir noticias sobre lo ocurrido en Villamar, María cayó enferma, pero en vez de abandonar tomó el mando de la resistencia comunera. Fue una mujer de carácter, que logró evitar la rendición de haciendo frente a los realistas de Carlos V hasta la caída "definitiva" de Toledo, el 3 de febrero de 1522. Finalmente la revolución comunera fue sofocada y Maria Pacheco se vio obligada a huir a Portugal con su hijo para salvar la vida, con la esperanza de volver a Castilla, con un nuevo alzamiento de las comunidades .Por su resistencia, fue excluida de cualquier tipo de perdón otorgado por Carlos V a los comuneros.
En marzo de 1531 muere siendo enterrada en la catedral de Oporto, por no conceder el rey permiso para que sus restos reposaran en Villalar junto a los de su marido, como era su deseo.
Sus hazañas la hicieron famosa entre el pueblo castellano, que la llamó "la leona de Castilla".Una de las frases más conocidas de María Pacheco es:
María Pacheco de Padilla después de Villalar (1881). Lienzo de Vicente Borrás y Mompó
“Soy no más que una débil e infeliz mujer pero estimulada por el dolor, tomaré a mi cargo la guerra, pues nada deseo con más ansias que imitar el valor de mi esposo; y, según se presente la fortuna, o vengar su muerte y asegurar la libertad de los pueblos, o morir imitando su ejemplo.”
”En una sociedad en la que la mujer era relegada a un segundo plano, María Pacheco supo hacerse un sitio, luchó y se hizo respetar liderando la causa comunera, siendo ejemplo de mujer luchadora y de principios.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Realeza en Illescas.



Enrique III, viene a reponer su salud al pueblo de Illescas, después de que la peste asolase Madrid en 1394. Su hijo Juan II, pasó largas temporadas durante su infancia y su tío y tutor, el infante Don Fernando, le acompañaba en ellas, cuando sus deberes, como regente del reino, se lo permitían. Durante su reinado, siguió favoreciendo a esta villa por su marcado aprecio y envía a su esposa la reina Doña María a dar a luz en Illescas, y nombra el numeroso séquito que la acompaña, entre el cual figuran doña Teresa Ayala y su hija doña María, bastarda del Rey Don Pedro; sacando autorización para que pudieran abandonar el convento y asistir a la reina.
 El parto fue el 5 de octubre en el que vino al mundo la Infanta Doña Catalina. El rey dirigió a la citada Doña Teresa La siguiente misiva:

Medallón que representa a María de Aragón y a su esposo, Juan II de Castilla.
 
“ Yo el rey envío mucho saludar a vos soor doña teresa priora del monasterio de sto. dog. el real de Toledo fagamos saber q por quto la reina mimujer esta en tiempo de parir e en tal caso debe estar cerca della personas destado e vuestras por end acorde q vos estuvieredes alli considento vrd persona por q es cierto q guardaredes lo q a mi servicio cumple por q vos ruego ese placer me haveds de dar q luego partiades dende e vos vayades a la vilia de Illescas donde la dicha reina esta e ustedes ayenella a su encaescimiento ca ese mesmo envio madar e rogar a sor doña maria mi tia q valla ella por end plegaros a pasar mandamos q ambas a vos vayades a estar con la dicha reina segn diche es con lo ql me paredes grad plaser e servicio dada en Ocaña tres dias de septiembre .yo el rey”.   

                                    Firma autógrafa (esta carta se halla en el convento de Santo Domingo el Real, de Toledo).
Convento de Santo Domingo el Real -Toledo principios del siglo XX


En diciembre de 1428, Don Juan II, pasó una de las muchas temporadas en el palacio de la calle Real. (Hoy derruido). Durante ella, tiene  ocasión de recibir y hospedas a Juseph Abencerraje (Abencerraje es el nombre castellanizado con el que se conocer a un linaje nobiliario de origen norteafricano del reino de Granada gobernado por los Nazaríes: los Banu Sarray   بنو السراج; literalmente, 'hijos del talabartero').
Sala de los abencerrajes Alhabra de Granada.
Enviado este del rey moro Mohamed VIII ( al-Haizari 1395-1450) Rey de Granada apodado “el izquierdo” sucesor de Yusuf III. Bajo su reinado comenzaron las guerras internas entre los Abencerrajes y los Zegríes. El rey trata cordialmente a su invitado y le concede una escolta que lo acompañe a Túnez.

También los reyes Católicos la visitaron, aunque menos frecuentemente y al regreso de su estancia en Toledo para mandar edificar el Monasterio de Monjes Franciscanos ( hoy San Juan de los Reyes). Que perpetuase la victoria sobre las armas portuguesas en la batalla del Toro. (Zamora-marzo 1476). Se instalaron largos días en la villa y durante su permanencia hizo la reina activas negociaciones, al efecto de ganarse la confianza del Arzobispo de Toledo.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Contenido de la Carta de Truco o Trueque.

Alfonso XI
En el nombre de Dios, Amén. Porque la razón pide que aquellas cosas que son hechas por los Reyes o por los Emperadores per escrito reconfirmen, per que con la antigüedad de los tiempos no se entreguen al olvido, per eso Yo, Alfonso, Emperador de España juntamente con mi mujer Dª Rica, Emperadora, y con mis hijos Sancho y Fernando, Reyes: A vos Vicente y a todos vuestros sucesores, hago carta de trueque y cambio de aquella villa que está en término de Segovia y que se llama Aguilafuente, y aquella otra que está en término de Toledo y se llama Boadilla; estas dos villas arriba mencionadas, vos las doy por trueque y cambio de la villa de Illescas, la cual vos me dais, y os las concedo a vos con sus tierras y sus términos y pertinencias e con todas sus desechuras para que desde este día las tengáis y poseáis  vos  y todos vuestros sucesores por juro de heredad para siempre jamás; si acaso algún hombre de mi linaje o de otra cualquier calidad que será, este hecho procurare romperle, o ir contra él, sea maldito y descomulgado y con judas, traidor a Nuestro Señor, en el Infierno condenado y peche a la parte del Rey mil maravedises; hecha esta carta en Toledo en la era de mil y ciento y sesenta y dos ( 1124 de la Cristiana), imperando el mismo Alfonso, Emperador en Toledo, en León, Galicia, Castilla, Navarra, Zaragoza, Baeza y Murcia. El Conde de Barcelona, vasallo del Emperador, lo confirma, Sancho, rey de Navarra vasallo del Emperador, lo confirma, y Yo, Alfonso, Emperador de España, esta carta que mandé hacer, con mi propia mano la firmo y la confirmo.


 
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Carta de Alfonso XI otorgada a Medina del Campo
 
















A partir de esta época gana Illescas y adquiere fama parecida a Alcalá, compartiendo los reyes su residencia como sitio de descanso y recreo. El Noble Rey Alfonso XI, hace estancias de larga duración durante su dilatado reinado y firma numerosos privilegios en ella, que así lo atestiguan, uno de ellos, ya en sus postrimerías, dado en Illescas a 30 de mayo, Era de 1385 (1347) a favor de ganados, con algunas libertades de pasto, del convento de religiosas franciscas de la regla de Santa Clara, de Soria, llamadas cuando su fundación, Dueñas de San Damián.
 Juan I, reside con frecuencia sobre todo en su juventud y lo prueba una confirmación suya, siendo todavía infante de Castilla, fechada en Illescas a 9 de Diciembre, Era de 1416 (1378), al privilegio de su esposa la Infanta Doña Leonor de Aragón, dado en Toledo a 15 de Octubre, Era 1413 (1375), a favor del antedicho convento de Soria, por ciertos beneficios sobre las salinas de Atienza.



 Sello de Alfonso XI.

Anverso: Ecuestre. El rey va vestido con cota de malla, con yelmo coronado de tres florones y escudo blasonado con leones y castillos. En la mano levanta la espada desnuda, corta con gavilanes arrollados hacia arriba y pomo compuesto de tres esferillas. El caballo galopa a la izquierda y con las patas traseras invade el campo de la leyenda; lleva testuz y largo caparazón blasonado como el escudo del jinete. La leyenda bordea el sello entre dos gráfilas de cordoncillos: "+ : S : ALFONSYS : ILVSTRIS : REGIS : CASTELLE : ET : LEGIOIS"

Reverso: Cuartelado por una gran cruz, recruzada en sus extremos. En los cuarteles castillos de tres torres almenadas y leones rampantes sin corona. La leyenda igual que en el anverso:
"+ : S : ALFONSYS : ILVSTRIS : REGIS : CASTELLE : ET : LEGIOIS"