martes, 31 de julio de 2012

Monumentos y Recuerdos




En mi afán de buscar y sacar a la luz aquellos artículos que en su día se escribieron sobre nuestro pueblo, he topado con un ejemplar de la revista “La Ilustración Española y Americana” cuyo número del 22 de febrero de 1903 (hace la friolera de 109 años). Traía un magnifico artículo con seis estupendas fotografías (sobre todo para la época), de nuestro patrimonio cultural.

El artículo en cuestión está firmado por Enrique Serrano Fatigati (1845-1918) físico, químico y termodinámico, conocido por sus publicaciones de 1870 que intentó esbozar una teoría unificada de la naturaleza y la sociedad.
Autor de diversos libros sobre química, y biología, entre sus títulos “Sentimiento de la naturaleza en los relieves medioevales españoles” y “Datos para la historia del arte. Portadas artísticas de monumentos españoles”.
Las fotografías están realizadas por A. Antonio Canovas del Castillo y Vallejo, también llamado Dalton Kaulak, (1874-1933) sobrino del político del mismo nombre, fue abogado y ocupó varios cargos públicos, antes de dedicarse a la fotografía, llegó a ocupar diversos puestos en los ministerios de Gobernación y de Gracia y Justicia de España, y fue también diputado en Cortes por Cieza y Gobernador Civil de Málaga. También ejerció la crítica artística, ya que dirigió “La Correspondencia de La España Ilustrada”. Fue también pintor bajo las enseñanzas de Carlos de Haes firmando sus obras como “Vascano”.
Esta es la única fotografía que he podido encontrar del  artista en fotografía, es el que está en la  parte de atrás con bonete, gracias a:  http://www.asturiaspordescubrir.com/
 Ante tamaño “tándem”  os podréis imaginar, la dimensión del artículo en cuestión, las fotografías son magnificas, y de una clara nitidez a pesar de los años, que están en papel de periódico y de que las vemos en una pantalla de ordenador.

Paso a transcribir parte del contenido del Artículo.

“Sobre campos de “pan llevar” (se supone que significa campos donde se cultiva el cereal). Y próxima a la vía férrea, se extiende la villa toledana de este nombre, con sus monumentos, sus recuerdos históricos, sus novelescas tradiciones y sus escenarios clásicos.
No abundan en ella las ruinas de grandes construcciones antiguas, ni se repiten en sus barriadas los signos de decadencia, el aspecto que hoy tienen debía de ser también su aspecto cuando descansaba en una de sus posadas “Tirso de Molina”. No es una ciudad que “ha venido a menos”, y si una población estadiza, permitiéndonos apreciar por comparación la magnitud del desarrollo de las demás desde el periodo en que cesó su movimiento hasta la plenitud de la vida moderna”.
(El autor viene a decir que en aquella época, Illescas era una villa que se había quedado estancada casi en el medievo, sus gentes y costumbres no difieren en aquel entonces, de cuando la visitaban reyes, pintores y poetas).
Atesoró en los tiempos pasados más riquezas literarias depositadas allí por príncipes o escritores, que productos positivos de los campos bien cultivados o de la industria humana. Enfrente de los pueblos que ya por entonces aumentaban con el comercio o el trabajo su fuerza y su poder, caracterizaba a las comarcas de este centro de España el enlace intimo de las mismas virtudes con iguales defectos que observamos en nuestros días, menos nótalo quizá en las antiguas, que en la época actual. Por eso es tan difícil formarles otro ambiente.

    Destacase desde lejos sobre el caserío la torre de su parroquia, y en sus diferentes cuerpos se reconoce esa reunión de elementos decorativos, de dibujos y tracerías, ( Tracería:Decoración arquitectónica formada por combinaciones de figuras geométricas).de arcos de diversos radios y combinaciones que dan su carácter peculiar al interesante arte de ladrillo de la comarca.
     Apreciase en ella de lujo a alto la sucesión de la sencilla construcción que la sirve de base; de una zona con arquitos cruzados, simplemente ornamentales, de ventanas con doble arquivolta( arquivolta: Conjunto de molduras que decoran un arco en su paramento exterior vertical, acompañando a la curva en toda su extensión y terminando en las impostas) en herradura o levemente apuntada; de otras mas altas con ojiva túmida ( ojiva túmida: Arco o bóveda más ancho hacia la mitad de la altura que en los arranques) y angrelado; de nuevas series de arquillos decorativos y de huecos también angrelados por donde emiten su voz las campanas. Su tipo es el de la torres llamadas mudéjares y lo mismo las líneas generales que su  ornamentación la colocan al lado de las construidas en el siglo XV. Esto al menos, de lo que puede decirse aceptando las doctrinas todavía imperantes; pero la arqueología sufre en nuestros días tan profundas transformaciones y sometidos a severo análisis se modifican uno tras otro, tantos principios que antes se tenían por evidentes, que la más elemental prudencia aconseja emitir solo los juicios a titulo de hipótesis.
Me llama poderosamente la atención el "bosquecillo" de Olmos, que está detrás de la foto, y que lamentablemente ya no existe.

(Esto nos da a entender que a pesar de los años transcurridos, la arqueología, solo se puede mantener la mayoría de las veces como hipótesis pues no se ponen de acuerdo ni en las fechas, ni en nada. La humanidad que no cambia.)
Este campanario es muy bello, y bello también es, á su modo, el interior de la iglesia, de estilo fácilmente reconocible en nuestras figuras, aunque impurificado por una serie de retoques y cambios que no se aprecian bien en ella. Corona de ramajes estilizados, que no merecen llamarse cardinas,  (cinta continua decorada con elementos vegetales, entre los que destaca la hoja de cardo) y Ángeles tenantes de jarrones con azucenas decoran los anillos que funcionan como capiteles en las secciones de unión de los fustes cilíndricos, gruesos o delgados, con el arranque de los arcos. Las Bóvedas son casi todas de crucería del siglo XVI.
    Dos capillas llaman más que las restantes la atención del viajero, la primera de la nave del evangelio por singularidades de construcción, que estudió ya hace algún tiempo nuestro docto amigo. D. Vicente Lamperez; la colateral del mismo lado, que es donde pone la fe del pueblo la tradicional aparición del ángel a Alfonso VIII. Aquélla corresponde a la parte más antigua del templo y debió ser fabricada en el curso del siglo XIII, nada queda en la segunda para evocar la severa reprensión dirigida por el mensajero celeste al monarca, obteniendo un sincero arrepentimiento y al olvido de sus impuros amores al cual fue debido si se ha de dar crédito a la leyenda el glorioso triunfo de las Navas.
El arte y la literatura andan muy divorciados en la mayor parte de los monumentos de Illescas, y no presenta el primero escenarios apropiados á las ficciones ó realidades de la segunda. Tres pequeñas lápidas del siglo XIV, con el tetramorfos en los ángulos y delicada ornamentación en sus flancos, se unen al carácter de la torre y algún elemento más para mostrar que á fines de la decimocuarta centuria se exaltó la piedad de los vecinos a favor de su iglesia y éste es precisamente el período de que nada se cuenta.


Llegados a este punto y puesto que el artículo es bastante extenso, hago un inciso y os invito en próximas fechas a seguir descubriendo, todo aquello, que en algún tiempo pasado, llamó la atención de cuantos por aquí se pasearon. Y aunque el escritor dice que hay periodos en el que nada se cuenta, trataremos de que no vuelva a pasar y de que nuestro pueblo no caiga en el olvido.
 Gracias por vuestro apoyo.